No cabe duda que el mundo está cambiando numerosos conceptos "culturales" de una forma bastante evidente.
Es cierto que a ello nos motiva comprobar que estamos abusando de los recursos naturales y empezando a sufrir nefastas consecuencias.
Una nueva conciencia del ser humano y su relación con el planeta se va imponiendo.
Hace no muchos años todavía existían acusadas diferencias por cuestiones de sexo. No hay que ir muy lejos en el tiempo para constatar que el hecho de ser mujer suponía una clara diferencia frente a ser hombre en el plano social.
A principios del siglo XX, en las jóvenes democracias, la mujer no tenía derecho a voto. Conquistar ese derecho representó una labor titánica de algunas mujeres valientes y asociaciones feministas. Hoy, afortunadamente, es una cuestión superada. Desgraciadamente no en todos los países del mundo.
Hasta hacer muy poco la mujer requería del permiso de su marido para disponer de los bienes patrimoniales (por cierto, patrimonio es una palabra con clara connotación masculina).
Hoy, la mayoría de las personas (al menos en Europa) vemos con repugnancia que un hombre se crea con derecho a pegar o maltratar a una mujer.
Estamos considerando también si es lícito pegar a nuestros hijos. O maltratarlos de cualquier otra manera. Es un tema que todavía se debate y para el que no siempre vemos, las personas, otras actuaciones o salidas más constructivas.
Pero la sociedad está empezando a hollar un camino cuyo objetivo es la igualdad de derechos entre personas de distinto sexo, raza, condición, nacimiento o ideas. No lo hemos conseguido aún. Pero estamos en ello. Y, suponemos, es un camino que no puede tener vuelta atrás.
La creciente concienciación medioambiental sitúa en medio de esta transición hacia la no violencia a todos los seres vivos. Nos estamos dando cuenta que cualquier daño que hagamos a nuestro planeta en general y a los seres vivos que lo habitan en particular (lo que incluye animales, plantas y ecosistemas) es, para nosotros, algo así como escupir al aire. Siempre regresa el daño a nuestra propia cara.
No todo el mundo, ni mucho menos, lo entiende aún. Permanecemos anclados en el viejo dogma (¿religioso tal vez?) de que la naturaleza entera está a nuestro exclusivo servicio. Los animales existen para nuestro deleite, capricho y aprovechamiento. Los animales carecen de alma. Aún menos consideración en nuestra escala de valores tienen las plantas.
Tal vez no sea cuestión de debatir asuntos de almas. ¿Tienen los animales sentimientos?. O, aún más concretamente ¿debemos conceder que los seres vivos tienen derecho a una existencia digna?
No cabe duda que si aspiramos a una sociedad no-violenta tendremos que considerar seriamente este asunto. No puede existir no-violencia si nos sentimos con derecho a utilizar a los seres vivos a nuestro antojo y para nuestro exclusivo beneficio.
Apenas hemos conseguido asimilar que la hembra de nuestra especie es algo más que una cabeza de ganado. Ahora debemos plantearnos que el ganado también es un ser vivo como nosotros. Tal vez continuemos "cazando" para comer. Pero no podemos permitirnos olvidar que su derecho a estar en la tierra y a vivir con dignidad no es menor que el que tenemos los seres humanos.
Algunos dirán que deberíamos ocuparnos más de los derechos de los seres humanos y no tanto de los del resto de seres vivos. Pero, acaso, ¿navegamos en una nave diferente? ¿es distinto, en esencia, un tipo de violencia u otro? ¿no deberíamos tratar de erradicar la violencia sea cual sea su objetivo?
Por estas y otras razones, en Horta - Sá seguiremos apostando, por ejemplo, por productos cosméticos ecológicos que no hayan sido testados en animales. Por ejemplo: Biover. No podemos tolerar que un ser vivo como un conejo (que algunos todavía considerarán un ser vivo insignificante) tenga que soportar, por ejemplo, que se le ponga repetidamente un cosmético en el ojo hasta dejarlo ciego. Esta es una de las pruebas más comunes por las que pasa la elaboración de un cosmético.
Queremos contribuir a un mundo mejor y menos violento. La ciencia sabe y puede diseñar ensayos que no conlleven aparejado sufrimiento para un ser vivo. Como en todo, poder es querer. Y apostar por una vía en la que se excluya cualquier tipo de violencia. El futuro de la humanidad depende de cuestiones como ésta.
Como complemento os dejo aquí un video extraordinario. En él se muestra en toda su crudeza las relaciones que mantenemos con los animales usándolos como mascotas, comida, "diversión" o en el campo de la investigación médica, cosmética y científica.
La película es dura de ver cuando se tiene un mínimo de sensibilidad. No nos cabe duda que cualquier persona inteligente encontrará aún más razones para caminar resueltamente por una vía menos violenta. El mundo está cambiando. No pierdas el tren.
EARTHLINGS
Pd.- La fotografía que ilustra este artículo puede se considerada, por algunos/as lectores/as artificiosamente emotiva. La hemos elegido intencionalmente en vez de alguna de las extremadamente desagradables fotografías sobre maltrato animal que es posible encontrar por internet. Simplemente para que puedas leer reposadamente el artículo y, si quieres, ver la película. Lo más importante es que tu conciencia te dicte lo que puedes hacer para intentar dejar un mundo un poco mejor de lo que te lo encontraste.
Cosmética no violenta
Publicado por
JJ
el
domingo, 4 de octubre de 2009
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Etiquetas: Sociedad
1 comentarios:
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