No es necesario disponer de una privilegiada inteligencia para darse cuenta que lo que comemos influye poderosamente sobre nuestra vida y nuestra salud, a corto, medio y largo plazo.
La calidad de los alimentos que tomamos diariamente, su riqueza nutricional y la ausencia en ellos de sustancias potencialmente dañinas que puedan acumularse en nuestros tejidos a lo largo del tiempo es, sin duda, altamente determinante para que podamos gozar de una dilatada calidad de vida ahora y en el futuro.
Sabemos que, por ejemplo, comer determinadas frutas con su piel nos permite aprovechar toda su riqueza vitamínica. Comer cereales integrales es enormemente beneficioso para nuestra salud. Disponer en nuestra dieta de alimentos frescos variados permite a nuestro cuerpo y nuestro cerebro responder adecuadamente frente a todas las situaciones.
Sin embargo, en la actualidad, se ciernen, como espada de Damocles, serias dudas al respecto. Dudas que están relacionadas precisamente con la acumulación de sustancias que pueden ser enormemente lesivas para nuestro organismo. Y, en consecuencia, para poder gozar de una razonable calidad de vida ahora y con el correr de los años.
Por ejemplo, extraigo algunos datos (bien conocidos, por otra parte) de "Historia de la salud natural", Octavi Piulats, Editorial Abadía:
Los nitritos combinándose con los aminoácidos forman las nitrosaminas cuyo potencial carcinogénico está más que demostrado.
Bastan estos breves apuntes para despejar las dudas.
Cualquier persona inteligente preferirá comer alimentos ecológicos.
Es una cuestión de salud y calidad de vida.
La calidad de los alimentos que tomamos diariamente, su riqueza nutricional y la ausencia en ellos de sustancias potencialmente dañinas que puedan acumularse en nuestros tejidos a lo largo del tiempo es, sin duda, altamente determinante para que podamos gozar de una dilatada calidad de vida ahora y en el futuro.
Sabemos que, por ejemplo, comer determinadas frutas con su piel nos permite aprovechar toda su riqueza vitamínica. Comer cereales integrales es enormemente beneficioso para nuestra salud. Disponer en nuestra dieta de alimentos frescos variados permite a nuestro cuerpo y nuestro cerebro responder adecuadamente frente a todas las situaciones.
Sin embargo, en la actualidad, se ciernen, como espada de Damocles, serias dudas al respecto. Dudas que están relacionadas precisamente con la acumulación de sustancias que pueden ser enormemente lesivas para nuestro organismo. Y, en consecuencia, para poder gozar de una razonable calidad de vida ahora y con el correr de los años.
Por ejemplo, extraigo algunos datos (bien conocidos, por otra parte) de "Historia de la salud natural", Octavi Piulats, Editorial Abadía:
Manzanas.- En las proximidades de la piel se concentran la mayoría de las vitaminas aunque también allí se concentran los residuos de plaguicidas.
Naranjas.- Se emplean durante el crecimiento de estas frutas diversos plaguicidas y fungicidas, como el Aldicarb, mutágeno e inmunodepresor, aparte de la posible aplicación de plaguicidas sistémicos que actúan por dentro del mismo fruto. Tras la cosecha las naranjas son maduradas artificiosamente con gas etileno y luego rociadas con conservantes como el Tiabendazol y fungicidas como el Ortofenilfenol, sustancias alérgicas y cuyo impacto en la salud humana se halla escasamente estudiado.
Aunque quitando la piel eliminemos una parte consdierable de los residuos químicos, los expertos valoran que un 10% de ellos permanece en el interior del fruto.
Cereales integrales.- Estudios recientes ratifican que es precisamente en la corteza y el germen de cereales como es el trigo, centeno, o el mismo arroz donde se acumulan los residuos químicos. Desde esa perspectiva quienes se alimentan con cereales integrales están mucho más expuestos al impacto contaminante de los metabolitos de los organoclorados y organofosforados que quienes ingieren alimentos descascarillados..
Verduras.- Los problemas químicos no se centran tanto en los residuos de plaguicidas como en el problema de los nitratos y la acumulación de sustancias residuales ambientales como pueden ser los metales pesados o las dioxinas. Por ejemplo, una lechuga actual que procede de invernaderos o su abonado nitrogenado ha sido muy intenso contendrá como promedio hasta 2000 ppm de nitratos lo que, debido a la posible transformación de esos nitratos en nitritos en nuestro sistema digestivo implica un peligro potencial para nuestra salud.
Los nitritos combinándose con los aminoácidos forman las nitrosaminas cuyo potencial carcinogénico está más que demostrado.
Bastan estos breves apuntes para despejar las dudas.
Cualquier persona inteligente preferirá comer alimentos ecológicos.
Es una cuestión de salud y calidad de vida.
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